Su cocina es deslumbrante. Llegó a los fogones por casualidad, pero ha logrado mucho en poco tiempo. Ambicioso, reflexivo, concienzudo y volcado en su profesión, este extremeño criado en Levante, no tienen una memoria gustativa ligada a la tierra en la que se ha formado como profesional, pero eso no es un handicap, más bien al contrario. Ha agitado el mundillo gastronómico creando modas y tendencias a partir de una visión de la cocina absolutamente personal. Sus estudios sobre el arroz  han abierto nuevas posibilidades a la hora de cocinar con este producto. Lo mismo ha ocurrido con sus trabajos con aloe vera, steva rebaudiana o vegetales en estado embrionario. Le interesa experimentar y explorar nuevos caminos, pero también aprovechar al máximo los productos del entorno privilegiado en el que se mueve. Le arrebata la estética, por eso no es extraño que sus composiciones sean casi siempre hermosas. A golpe de voluntad y gracias a un dominio magistral de la técnica ha logrado crear un universo propio en el que las formas, colores y texturas conquistan al comensal antes incluso de que los haya probado. Hace tres años dió un golpe de timón, cambió el nombre del restaurante (dejo de llamarse El Poblet para llamarse Quique Dacosta), remodelo su imagen e inició un nuevo periodo creativo que busca de la esencialidad y a través de ella, la plenitud.

Además, Dacosta desarolla una importante faceta empresarial con dos locales en Valencia: Vuelve Carolina (donde se interpretan los platos clásicos de El Poblet) y MercatBar (un desenfadado local de tapas contemporáneas). En su cartera varios proyectos.